LAURA
MARTIN SOLER, PARIS. 2025.
Nací en la cálida cuna de Granada, donde el sol se entrelaza con el jazmín y la poesía de Lorca susurra entre las paredes blancas.
En este rincón de mi infancia entre pinceles, retales y muñecas que peinaba con devoción, florecieron los sueños.
Mi padre, artífice del reciclaje, me llevaba a recoger muñecas olvidadas. No eran perfectas, no brillaban como las de escaparate, pero en mis manos renacían. Las transformaba, las vestía, las cuidaba.
Así fue como descubrí el poder de dar valor a lo que el mundo desechaba, crear belleza desde lo invisible, transformar lo ordinario en algo único.
La Kika, mi abuela, sabía del arte del hilo. Me enseñó que la elegancia no conoce clases, que vestirse de punta en blanco es un legado de amor. Con retales de su pasado, cosíamos juntas vestidos que danzaban en el aire. Historias unidas por el tiempo con la ternura y el cariño que solo las manos sabias de una abuela pueden ofrecer.
De Granada partí con el alma llena de sur, pasando por Madrid para estudiar diseño de moda. Y finalmente, con una máquina de coser como equipaje y el deseo de descubrir como pasaporte, llegué a París.
La ciudad de las luces me abrió sus puertas. Cada calle invitaba a soñar despierta y cada paso a imaginar nuevas formas de crear.
Hoy, diseño para quienes buscan vestir su historia, su alma y su herencia.
Cada creación es una declaración de identidad, de amor por lo auténtico. Un canto a la vida, una obra con alma para quienes valoran lo verdadero, lo que no pasa de moda, la historia, el arte, la belleza que perdura.
Gracias por llegar hasta aquí, ahora sabes de dónde vengo.
Bienvenida/o a mi universo, al nuestro.
